jueves, 4 de marzo de 2010

El Mar...


Este podría ser el relato sobre cualquier mar que baña las costas gaditanas:
Mi abuela siempre me cuenta que mi primer beso me lo dio una ola de mar. Desde entonces todos los besos que me han dado me han sabido siempre a sal. Vivo en un pueblecito de pescadores, de hombres fuertes y valientes, y mujeres de mirada triste . De niña iba con mi abuela todos los días a la orilla a verlos marchar en sus barcas con nombres de mujer….

Yo amo el mar, y sé que él me ama a mí cada vez que la brisa me roza la cara y me trae gotas de sal.
Cada día vengo a este rincón del mar dividido por un viejo puente de madera. Es el puente del adiós, se supone que las esposas de los pescadores derraman sus lágrimas en él, y rezan bajito por su vuelta.

Es un rincón mágico con perfumes salados y conchas de cristal, donde el tiempo se para en el horizonte, y parece que se oyen cantos de sirena al anochecer. Cuando llega la tarde y el sol se va, el último suspiro del sol se tumba adormecido sobre el puente viejo de madera, como una mujer somnolienta que se sabe hermosa y admirada.

Un lugar rocoso donde las gaviotas surcan el cielo como reinas altivas y desdeñosas. Cuando el mar se enfurece y rugen las olas, estas se estrellan embravecidas contra el destartalado puente, que siendo solo una pobre y vieja estructura de madera, las contempla impasible, como un padre benévolo y al fin y al cabo orgulloso.

Cuenta la leyenda que un pescador enamorado se quitó la vida allí, después de dejar a su amada, que enamorada del mar se abandonó a la locura y la tristeza anidó en su corazón. Dicen que era un hombre de ojos negros y sonrisa blanca, de piel morena y reflejos de luna en los cabellos. Un hombre fuerte, de manos curtidas y corazón de tormenta. Dejó arrastrar su barca mar adentro y soltó su alma para que volara sola a la orilla meciéndose entre las olas.

La arena me roza la piel y miro a lo lejos donde el mar y el cielo se funden en un solo color. El mar, ese monstruo enfurecido por quién yo bebo los vientos, compañero de mis noches solitarias y amigo de mi soledad. Amante maravilloso que me viene a besar los pies y luego se va. El mar…
Por Lili.

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